Reto: Escribe una historia sin un solo adverbio -mente.
Esa vez Renato empezó por la derecha. Ni pidió indicaciones ni se fijó en los nombres de las calles que iba dejando atrás. Su pequeño corazón de infante bombeaba con fuerza, muy similar a los corazones extravagantes de sus caricaturas favoritas, pero ni siquiera eso logró detenerlo.
Continuó calle abajo hasta que se topó con el parque de los columpios amarillos. Dos madres que iban de la mano con sus respectivas hijas detuvieron su cuchicheo para observarlo andar con cierto desconcierto. Él ni se inmutó, con él no era el asunto. A lo lejos le pareció que su madre gritaba su nombre. Apretó el paso.
Dio la vuelta en la heladería y contó las puertas una a una hasta que dio con la número 7 y unos amplios cristales le dieron la bienvenida. Deseó los buenos días tal y como le habían enseñado y, situándose frente a la que debería ser Cecilia, soltó su demanda:
—Necesito ver a mi papá, Cecilia. Es urgente.
La mujer frente a él se quedó medio minuto anonadada ante su infantil presencia. Tras comprobar que solo ella estaba en la tienda, salió del mostrador de vidrio antes de inclinarse hacia él y preguntar:
—¿Quién es tu papá, pequeño?
—José Muñoz, dirige este lugar —respondió con todo el aplomo que un niño de cinco años es capaz de tener.
“Cecilia” volvió a enderezar su espalda poco antes de responder:
—Lo siento, pequeño. Debes estar confundido, aquí no…
No faltó mucho para que una mujer apareciera por la misma puerta por la que entró el niño, hecha un revuelo se presentó como la madre de Renato. No se molestó en saludar a la allí presente, sino que cogió del brazo a Renato mientras se deshacía en disculpas, aduciendo que la imaginación de su hijo era de dimensiones estratosféricas. Salieron tan pronto que “Cecilia” se tomó su tiempo para digerir el fugaz acontecimiento. Cuando salió de la tienda para buscarlos y comprobar que el encuentro fue real, los vio cruzar a la calle del frente. La madre se inclinaba sobre el pequeño y en un susurro bastante mal disimulado le dijo:
—Esta vez probemos suerte por la izquierda.